Animal de compañía
No sabía
Cuando esta mañana me desperté, cansada o simplemente desganada y me vestí sin poner demasiado cuidado en mi atuendo, pero con determinación de hacer lo que me había propuesto. Ni cuando tomé el coche y aparqué frente a las antiguas escuelas Aguirre convertidas en “casa árabe” y me dirigí a la puerta del Retiro en la calle Odonell, ni cuando enfilé por el paseo de innumerables casetas cargadas de libros buscando la que correspondía a páginas de espuma , la doscientas y mucho.
Ni sabía; cuando avanzaba rodeada de gente con bolsas llenas de libros y stands con escritores asomados a las ventanas dispuestos a firmar sus ejemplares.
Ni cuando me encontré con Patricia Esteban Erlés y Sara Montes. Sabía
Ni siquiera cuando deshice el camino, ni cuando despreocupada saqué los libros y los desparramé encima de la cama.
Ni mientras escribía y escuchaba música, aunque desde la ventana de la casa en llamas me miraran ellas con ojos inquietantes.
No sabía.
Fue; cuando el calor agobiante de la tarde me bañaba de sudor, cuando, por fin, tomé el libró entre las manos y lo abrí, cuando las ilustraciones de Sara empezaron a hechizarme, y las historias de Patricia se entretejieron en mis fibras musculares, cuando las muñecas decapitadas se amigaron con mi Jesusín trasquilado o mi Carlitos desmembrado o mi Carmencita mutilada. Cuando yo recordé algunos instintos escondidos en rincones, algunas imágenes adheridas a los largos pasillos, los secretos escondidos en las cómodas, y….
Entonces supe que la casa de muñecas se convertiría en animal de compañía.
1 comentario:
Debe ser un muy buen libro, a juzgar por el nombre y lo que anuncias.
Abrazos a la distancia
D.
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